ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

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peña txuri-urdin alcarreña

06 marzo 2010

Bravo trata de aislarse de la tragedia chilena

Su familia, que vive en Viluco, a 30 kms. al sur de Santiago, apenas ha sufrido daños tras el terremoto que asola su país desde el pasado sábado.

A Claudio Bravo le despertaron de forma abrupta el domingo pasado, en Girona, a las siete de la mañana. Al otro lado del hilo telefónico, el arquero de la Real sólo podía descifrar, entre los llantos de su esposa, que en Chile había tenido lugar un terremoto terrible. "No te voy a engañar, jugué todo el partido pensando en qué podía estar pasando allí, aunque relativamente tranquilo, porque sabía que mi familia estaba bien".

Una semana después, las cosas no han mejorado mucho en su Chile natal aunque el arquero realista entiende que "hay veces en la vida en las que hay que ser duro para dejar a un lado cosas que te pueden desviar de tu trabajo". Eso no implica que sienta cierta "tristeza porque la situación es muy grave y complicada. Desde que tuvo lugar el primer terremoto, el sábado por la mañana, hay cuatro o cinco réplicas al día y están asustados". La distancia le complica todo a Bravo. "Estás lejos de tu casa, tratas de comunicarte y las comunicaciones están cortadas".

Por fortuna para el guardameta realista, su familia no se ha visto afectada por el seísmo. Sus padres y sus hermanos viven en Viluco -su lugar natal- a unos 30 kilómetros al suroeste de Santiago, la capital. Lejos queda Concepción, totalmente devastada por los 8,8 grados en la escala de Richter del temblor, que ha provocado el caos y los saqueos en esa ciudad del país andino.

"A mi madre se le han caído todas las cosas de los armarios", relata el portero tranquilo, consciente de que es un mal menor. "Hay miles de personas que se han quedado sin nada", explica un Bravo al que su madre le ha llegado a decir de forma gráfica que "ésta nos ha salido gratis".

Con la tranquilidad que le da el saber que sus familiares no han sufrido nada grave, el chileno saltará pasado mañana a Anoeta con ambición para afrontar un tramo clave del calendario, ante gran parte de los rivales directos. "No hay que tenerle miedo -dice con su clásica autoestima-sino que hay que motivarse mucho más", manifiesta con contundencia el portero que profundiza en su explicación. "Se nota que cada vez queda menos y jugamos ante los rivales que nos van a dar guerra por ascender. Pero dependemos de nosotros mismos y tenemos las condiciones para pelear por estar arriba hasta el final".

El primer enemigo a liquidar es un Numancia contra el que espera "un partido apretado y disputado, que será complicado", aunque también se predijo así el choque de la primera vuelta y "al final fue mucho más favorable a nosotros. Ojalá se dé así otra vez", desea un Bravo que sólo espera que el terremoto sea la Real

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