ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

ESCUDO DE NUESTRA PEÑA
peña txuri-urdin alcarreña

14 agosto 2011

REAL SOCIEDAD. VICTORIA EN ITALIA La juventud pisa fuerte Illarramendi, Iñigo Martínez y Rubén Pardo brillaron en la victoria sobre el Catania


La Real se despidió de Italia con victoria. El equipo de Philippe Montanier fue superior en los primeros minutos y se desinfló con el carrusel de cambios del descanso, lo que dio alas a un Catania que cercó el arco de Bravo, quien protagonizó notables intervenciones como un paradón a tiro de Richiuti o un mano a mano con Catellani que mantuvieron vivos a los txuri urdin. Spolli abrió el marcador en propia meta, Potenza estableció las tablas a la media hora y Sarpong sentenció con la zurda cerca del final.
Esta Real tiene mucho que decir. El equipo se siente cómodo con la pelota en los pies. Atrás quedan los tiempos en que el balón quemaba e iba sin control de una a otra área, generalmente desde las botas de Bravo. Es cierto que en zona de tres cuartos sigue faltando definición, último pase, precisión en los centros y efectivos al remate, pero no se puede negar que el estilo Montanier se ajusta como un guante a las características de los jugadores más talentosos de la plantilla.
Illarramendi, Rubén Pardo e Iñigo Martínez sobresalieron de la horizontalidad predominante. Los canteranos llegan pisando fuerte al primer equipo y parecen jugar con menos presión y nervios que sus compañeros. Vienen de abajo, están habituados a competir al máximo nivel internacional en sus respectivas categorías y carecen de la carga que soportan los veteranos en sus espaldas. Para estos tres chavales no existe la famosa mochila, tan nociva en temporadas pasadas.
La frescura que aportan resulta gratificante. Illarramendi maneja los tiempos a su antojo. No importa que enfrente esté la Lazio, el Pescara o el Bari. No importa que los centrocampistas rivales le superen en tamaño y fuerza. Él va a lo suyo, que es ofrecerse, abrirse camino entre la maraña de piernas que suele ser la zona ancha y buscar la mejor opción. En eso, el mutrikuarra es un maestro y dará grandes tardes de fútbol a los aficionados realistas.
Lo mismo cabe decir de Rubén Pardo, último descubrimiento de la factoría de Zubieta. El campeón de Europa sub-19 no ha acusado el salto a la élite a pesar de su juventud. No le teme a nada ni a nadie. Ayer fue uno de los destacados sobre el castigado césped siciliano.
En defensa, Iñigo Martínez se ha adueñado de la titularidad por méritos propios. Forma un tándem de futuro con Demidov, otro internacional absoluto al que no le asustan ni los nombres, ni las camisetas ni los escenarios enemigos.
El ondarrutarra se partió el pecho para frenar las acometidas del grandullón Catellani, delantero centro del Catania. Entró con dureza, lo que provocó un pequeño rifi-rafe entre el mítico goleador de la Roma Vincenzo Montella, hoy míster del cuadro italiano, y Montanier. Como si tuvieran cuentas pendientes de su etapa como futbolistas, ambos técnicos se enzarzaron en un intercambio dialéctico que el entrenador local zanjó con el típico gesto italiano de juntar las yemas de los dedos y agitar la mano al grito de ¡ma che cosa!
Anécdotas al margen, las sensaciones que transmitió la Real fueron positivas, aunque hubo decepciones puntuales que empañaron el buen hacer colectivo. Ifrán no termina de engancharse al ritmo que exigen sus obligaciones en ataque -desperdició una oportunidad clamorosa ante Campagnolo- y Elustondo está un escalón por debajo de Illarramendi, su competidor directo por el puesto de cuatro.
Tras el intermedio entraron Zurutuza y Llorente con el objetivo de dotar de mayor mordiente a la línea ofensiva, misión que no cumplieron. Cadamuro reemplazó a De la Bella, inédito al otro lado de la divisoria. Y Ansotegi encontró más problemas que Demidov para contrarrestar las intentonas del Catania, un vendaval en el segundo acto.
En uno de los contados ataque realistas de este periodo, el árbitro escamoteó un penalti por mano de Potenza que en principio iba a pitar.
En el debe hay que anotar los despistes defensivos en las acciones de estrategia, como el que precedió al gol de Potenza, quien cabeceó libre de marca en el segundo palo una falta botada desde la derecha que cruzó el área sin que nadie acertara a despejar el cuero. Un error que se repite con demasiada frecuencia y que requiere de entrenamiento.
Y, por supuesto, la principal carencia del equipo: el gol. No basta con acumular gente en territorio rival o colgar veinte centros por partido. Hay que afinar la puntería y mirar dónde están los delanteros antes de colgar un balón sin sentido, algo que sucede con preocupante regularidad.

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