Lillo arrastraba la rabia propia de haber perdido la oportunidad de lograr el objetivo y comenzó citando lo que él consideró como la clave fundamental de la derrota: "No hemos hecho gol cuando hemos sido muy superiores. Es lo primero que debemos evaluar de cara al resultado", dijo. Como segunda tesitura que decantó el encuentro, citó el penalti: "La consideración de penalti en esa situación ha cambiado las circunstancias del partido", dijo.
Resulta difícil comprender a Lillo cuando habla de las opciones de ascenso. Se le preguntó si la derrota de ayer las había aniquilado: "Hace tiempo que no tenemos nada que hacer, ¿no? Ahora tenemos la obligación de llegar a 77 puntos, seguir sumando de tres en tres. Habrá que ir a ganar a Huesca". Piensa, por tanto, que sólo el pleno haría sonreír a la Real allá por junio: "No hay que vender ninguna burra. Está jodido. Hay que ganar nueve. Pero a ver si ganamos los próximos cuatro, como ya hemos hecho, y a ver qué pasa en los últimos cinco encuentros", dijo.
Lillo señaló que lo sucedido ayer "ha sido la metáfora del campeonato. Hemos hecho más méritos que el rival, como en casi todos los partidos y otra vez, mala suerte con los árbitros".
No fue muy tajante a la hora de referirse a la justicia o no de la pena máxima, aunque sí cuestionó los elementos de juicio que tenía Lizondo Cortés para sancionar esa acción: "No necesitan certificación de autenticidad para tomar una decisión en nuestra contra", dijo el entrenador. "Hace falta tener precisión de relojero para ver que le toca, que puede ser, según me comentan algunos amigos. Hay que ser muy preciso para encontrar una razón para pitar ese penalti. Y no da tiempo a ser preciso en ese momento", manifestó el entrenador.
El técnico sigue sin encontrar explicación a lo fácil que resulta para un trencilla pitar en Anoeta: "Esto no lo he vivido en mi vida. Cada vez que han tomado una decisión, ha sido en nuestra contra. La de hoy, una más". Lillo también mostró sus "ganas" de ver por televisión una "melé" en el área chicharrera en la primera parte.
Creyó hasta el final
Sobre el desarollo del juego, significó que "hasta el final, estaba seguro de que si empatábamos, al final íbamos a ganar. Claro que también sabía que no iba ser fácil empatar". Señaló que la Real había hecho "lo más difícil", que era "ponernos por delante después de haber errado tantas ocasiones".
El entrenador también se lamentó de no poder comprobar cómo reaccionaban ellos al 1-0, porque enseguida llegó el penalti.
Luego describió la fotografía del vestuario: "Están como tiene que estar el que siente esta camiseta, jodido. Y además no tienen que hacerse reproches". No quiso culpar a nadie: "Errar es inherente al juego".
No cree el entrenador que haya que hacer trabajo psicológico esta semana, aunque significó que "mal vamos si fiamos todo a un final que ya presumimos todos que no se va a dar, porque está casi imposible, ¿no?"
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