Se han disputado cuatro jornadas de Liga y el arranque de la Real no ha tenido la brillantez esperada. Más allá de los resultados, que no han sido del todo negativos -sólo cuatro equipos se mantienen invictos-, lo más preocupante es que en el juego persisten problemas que vienen de lejos. Además, el rendimiento de los fichajes está por debajo de las expectativas, lo que incrementa la sensación de que las cosas no funcionan.
Johnatan Estrada centra las críticas. Después de una pretemporada notable, el colombiano parece no encontrar el ritmo adecuado para competir en Segunda División. Tiene calidad y un buen golpeo con la zurda, pero la velocidad a la que ejecuta sus acciones es insuficiente para coger por sorpresa a las defensas rivales.
Martín Lasarte no obvia la situación y, si bien mantiene su confianza en las cualidades del antioqueño, ya le ha dado un toque de atención. Lo hizo en público -lo que invita a pensar que antes había hablado con él en privado-, con una frase que no precisa de más explicación: «El fútbol no es eterno». El míster advertía así a su pupilo de que ha llegado la hora de ponerse las pilas, más ahora que por detrás viene pisando fuerte un chaval de la cantera llamado Antoine Griezmann y que el domingo evidenció en 45 minutos que está más enchufado que su predecesor en la carrera hacia la titularidad.
Ellos protagonizan esta semana el dilema de Lasarte. El uruguayo medita introducir el domingo cambios en el once para el partido contra el Huesca (17.00 horas, Gol TV y Canal+ Liga), en el que la Real se juega la calificación definitiva del inicio de competición. Si gana, sumará nueve puntos de quince y tendrá al alcance la cabeza de la tabla. Si no, deberá navegar a contracorriente para llegar arriba.
Griezmann ha recibido los elogios de su entrenador. Lasarte ha dicho de él que «tiene ángel», que aporta «frescura y vigor» a la banda izquierda. Pero también ha repetido sin descanso que no le cargará con una responsabilidad superior a la que pueda soportar a su edad. ¿Es el momento de Antoine? Es el debate interno que habrá de resolver antes del domingo.
Dos soluciones
La imagen ofrecida por la Real en la primera parte del partido contra el Girona ha servido para extraer conclusiones importantes y buscar soluciones a los problemas. El equipo sufrió un cortocircuito en la zona de creación que quedó resuelto con el ingreso de Aranburu en el césped. Con el capitán en acción, Sergio Rodríguez retrasó su posición y Elustondo, entonces único pivote tras la salida del amonestado Rivas, pudo brillar al sentirse más protegido con dos compañeros por delante. Así llegó el gol del empate.
Ésta es una de las variantes que estudia Lasarte en su afán por conseguir que el juego de la Real se acerque a lo que tiene en mente. El técnico sopesa abandonar temporalmente el 4-2-3-1 que lleva empleando toda la temporada y reforzar la medular con una pieza adicional. El nuevo dibujo, próximo al 4-3-3, permitiría recuperar la superioridad de efectivos sobre el rival en una parcela del campo fundamental en la conquista de la victoria.
Según esta alternativa, los jugadores de banda se situarían prácticamente a la altura del delantero, en este caso Agirretxe. Si, por el contrario, actúan unos metros por detrás del punta, el esquema se semejaría más al 4-1-4-1. En ambas variantes, la Real sacrificaría la figura del mediapunta en beneficio de un mayor control de la posesión y una estructura de transición más compacta.
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