ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

ESCUDO DE NUESTRA PEÑA
peña txuri-urdin alcarreña

06 febrero 2010

MURCIA Y REAL SOCIEDAD EMPATAN EN LA NUEVA CONDOMINA 1-1


Un punto es mejor que nada. La Real sumó ayer un empate en la Nueva Condomina en un partido lento y aburrido que se decidió por pequeños detalles. Carlos Bueno adelantó a los txuri urdin al inicio de la segunda parte y Bruno, con fortuna, igualó cinco minutos después.

La Real jugó sin continuidad y no siempre estuvo a la altura de lo que exigía la tarde. Le faltó esa chispa que encendiera la mecha en ataque e hiciera volar por los aires el entramado defensivo del rival. Sus futbolistas con mejor trato al balón no tuvieron el día y sólo en una acción aislada llegó el premio del gol. Fue, en definitiva, un encuentro denso, a ratos desesperante por las imprecisiones provocadas por el césped, no apto para paladares finos.

Martín Lasarte introdujo varios cambios en el equipo. Además del consabido de Bravo por Zubikarai, Zurutuza entró en lugar de Griezmann y Aranburu ocupó la banda izquierda. El míster quiso dar descanso al joven potrillo, al que últimamente veía algo apagado.

Este movimiento de piezas tuvo dos consecuencias principales. La buena fue que con Aranburu en liza esa zona del campo quedó más resguardada por el trabajo defensivo del capitán. La mala, que la Real perdía capacidad de desborde por la tendencia natural del azpeitiarra a correr hacia el centro.

La lesión de Mikel González a la media hora resolvió parte del problema. De la Bella, un lateral de recorrido, se benefició de la cobertura ofrecida por Aranburu y dispuso de metros para cruzar la divisoria sin miedo a dejar desprotegida su área de influencia. Lástima que no los aprovechara.

El resto de la alineación fue un calco de la del pasado compromiso en Anoeta. Rivas y Elustondo volvieron a actuar como doble pivote y ofrecieron más sudor que participación efectiva en el juego, en especial el beasaindarra, enemistado por momentos con el cuero.

En ataque, Zurutuza y Bueno no conseguían entenderse, contratiempo que minimizó las opciones ofensivas blanquiazules. Una volea de Nsue a peinada del de Rochefort que se marchó arriba por centímetros y un centro chut de Aranburu que Elía despejó a córner fueron las acciones más peligrosas de la primera mitad.

El descanso trajo otra mala noticia. Zurutuza se resintió de sus molestias y, como medida de precaución, fue reemplazado por Songo'o. La incorporación del camerunés trasladó a Nsue a la banda izquierda y Aranburu recuperó su sitio detrás del delantero.

El gol txuri urdin se produjo en una de las contadas subidas de Carlos Martínez. El navarro recortó, sirvió al segundo palo con la zurda y Bueno remachó con el muslo.

Cinco minutos de alegría

El 0-1 apenas tuvo efectos sobre las cansadas espaldas de los jugadores pimentoneros, con el agua al cuello casi desde la jornada inaugural pero revitalizados en su espíritu tras la remontada en Tarragona. La afición grana parece haberse contagiado de esta resurrección y apoyó a los suyos hasta el suspiro final.

El Murcia lo intentaba de todos los modos conocidos. Tocando desde la cueva, con envíos largos de los centrales, imaginando paredes en la medular y tirando desmarques en la delantera, con Natalio y Chando como estiletes. Su voluntarismo y apuesta por el fútbol empezó a dar frutos. Aunque Labaka y Ansotegi se mostraban inexpugnables en el juego aéreo, Bravo tuvo que emplearse a fondo más de dos y más de tres veces. El chileno, el mejor del equipo ayer, demostró su agilidad y valentía en las salidas de puños y se estiró hasta el infinito para abortar los disparos de Natalio, Capdevila y Bruno, éste ya en el tiempo añadido.

El mediocentro murcianista fue precisamente protagonista de la jugada del 1-1. Sacó un libre directo desde la frontal sin aparente dificultad para Bravo, pero Labaka se cruzó en el camino y desvió la pelota a la red. Sólo habían transcurrido cinco minutos desde el tanto de Bueno y el electrónico volvía a las tablas.

Los caprichos de la física rellenaron de emoción los surcos del verde de la Nueva Condomina. A falta de criterio, buenas son dosis de arranque y furia. El Murcia batallaba contra el colíder y sus propios fantasmas. La Real, consciente del respeto que infunde en los contrarios, tampoco perdió de vista la meta enemiga. Lasarte rejuveneció el equipo con Songo'o y Griezmann con el objetivo de abrir el campo y desatascar la circulación por el centro. Un cabezazo de Ansotegi a asistencia de Elustondo que Elía atrapó no sin complicaciones fue el último cartucho de un equipo que, pese a no completar una brillante actuación, sufrió lo justo para mantener el punto a buen recaudo.

Con otro positivo en la mochila, la Real desanduvo los ochocientos kilómetros que separan Zubieta de la huerta murciana. El balance es similar al de otros empates cosechados a domicilio. Si el próximo domingo se gana el Nástic en Anoeta, valdrá su peso en oro. Si, por el contrario, los txuri urdin prolongan su mala racha en casa -donde no ganan desde la nevada contra el Cádiz, todavía en enero-, la presión de los perseguidores alimentará las dudas que ya amenazan el entorno menos sosegado.

Con toda la segunda vuelta por delante, la gestión de la ventaja obtenida hasta la fecha por la Real se antoja clave en el desenlace de la temporada. Por eso, una victoria es imprescindible para borrar de un plumazo las sospechas de que la baja de Xabi Prieto condiciona la trayectoria liguera de los de Lasarte. Y, cuanto antes se logre, mejor para el corazón de Gipuzkoa.

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