ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

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02 junio 2013

El fútbol paga su deuda con la Real


Griezmann decide un choque en el que la pasión y la emoción se impusieron al buen juego



MIGUEL GONZÁLEZ | .-ENVIADO ESPECIAL A A CORUÑA. No recuerdo una alegría semejante en mucho tiempo. No sé hasta qué fecha tendría que remontarme, pero la Real ha escrito una página de oro en su historia delante de nuestras narices con su clasificación para la ronda previa de la Champions League. Ahora habrá que vivir una apasionante eliminatoria a finales de agosto que para un club como el nuestro es un premio maravilloso. Lo ha merecido y al final, esta vez, el fútbol ha sido justo con su juego pagando una deuda que mantenía desde hace tiempo con la Real. Quizás desde hace diez años, cuando en Vigo aquel conjunto que entrenaba Denoueix tuvo que decir adiós a una Liga que fue emocionalmente fue suya. Las lágrimas de entonces se tornaron en abrazos y gestos de alegría anoche en Riazor.
Los sentimientos vividos en el feudo coruñés los podría asemejar a los de Zaragoza en 1987 con la conquista de la Copa. En la campaña 97/98 la Real fue tercera pero se quedó a un paso de entrar a una Champions que sólo jugaban los dos primeros. En la 02/03 el subcampeonato apenas sirvió de consuelo y el ascenso de hace tres temporadas lo veo más como una obligación que como un logro. Por eso, la cuarta plaza de ahora es sentida casi como un título, que tal y como está el fútbol actual se podría equiparar.
La gesta de esta plantilla al quedar por detrás de Barcelona, Real Madrid y Atlético con apenas 43 millones de euros de presupuesto es algo que no tiene precedente en las grandes ligas de Europa. Haberlo logrado, además, con una mayoría de futbolistas formados en la cantera, ofreciendo un fútbol exquisito y firmando victorias históricas hasta en ocho visitas es para enmarcar. Una temporada que no olvidaremos jamás.
Benvidos ao inferno. Como ha sido tradición hubo que sufrir para alcanzar el éxito. Coruña se volcó con su equipo como en pocos sitios se ha visto y ganar en Riazor fue más difícil de lo que pueda parecer. Gente de todas las edades recibieron al autobús del Deportivo dos horas antes en Riazor bajo un griterío ensordecedor y el encendido de bengalas y petardos. Desde la plaza de Pontevedra y a lo largo de todo el paseo del litoral una marea humana escoltó a sus jugadores en ambiente más propio de Argentina que de Europa. Cuando llegaron los realistas pudieron comprobar de primera mano que hacerse con la victoria no iba a ser empresa nada sencilla.
Un empleado del Deportivo de 64 años con el que compartí pupitre era la viva imagen del sentimiento del deportivismo. «Es el partido más importante de la historia del Deportivo. Más quizás que el que nos dio la Liga hace 13 años. En nuestra situación económica el descenso puede significar la desaparición». Una pancarta que colgaba del fondo norte decía ';Benvidos ao inferno';. Al final los realistas salieron vivos.
Sangre fría para buscar el ataque. Como sucede en las finales los dos equipos formaron con sus mejores hombres. La Real lo hizo con su equipo de gala, ése que está compuesto por Bravo; Carlos Martínez, Mikel, Iñigo, De la Bella; Illarramendi, Markel; Xabi Prieto; Vela, Agirretxe y Griezmann. Los lesionados Estrada y Elustondo, junto a Ros y José Ángel, éstos por razones técnicas, fueron los cuatro jugadores que siguieron el choque desde la grada.
Desde el pitido inicial el Deportivo intentó marcar territorio. A los catorce segundos Bruno Gama ya había puesto a prueba a Bravo y a los 50 Aythami le mostró las credenciales a Vela al cortar una conducción del mexicano con una dura entrada. Fernández Borbalán, contagiado por el ambientazo, no le amonestó. Riazor apretaba lo suyo.
El Deportivo basó su ataque en dos argumentos: balón largo para que lo bajase Riki a Valerón y empezar a jugar desde la zona de tres cuartos, y superioridad posicional con Pizzi y Bruno Gama por dentro para las subidas de Manuel Pablo y Silvio. Abel Aguilar y Domínguez mantenían la posición para las segundas jugadas. La solución de la Real pasaba por jugar con tranquilidad el balón, porque superada la primera línea de presión al Dépor le costaba replegarse.
Dos diablos en las esquinas. Así fue como comenzaron a llegar las ocasiones de peligro en la puerta de Aranzubía. Vela y Griezmann eran dos puñales en las esquinas y Agirretxe y Xabi Prieto manejaban la pelota en la zona central para luego dividirla. Una gran jugada de Vela fue el primer aviso al minuto seis. Pasado el minuto veinte el mexicano, ya en la izquierda, dio un buen pase a Agirretxe para que el usurbildarra demostrase su dulce momento. Aranzubía no acertó a blocar el remate y Griezmann lo rebañó a puerta vacía.
El cuadro coruñés acusó el golpe y se mostró agarrotado por los nervios en esos momentos ante una Real que se crecía conforma su idilio con el balón iba a más. Griezmann puso ampliar la ventaja tras un disparo de Vela que no atrapó Aranzubía, pero el francés estaba en fuera de juego. Después el propio jugador azteca remató arriba una clara oportunidad tras servicio de Griezmann.
Un botín defendido con la vida. En la segunda parte la Real perdonó un par de contras para sentenciar y después le tocó sufrir para contener los balones colgados al área por el cuadro local. Los nervios y la emotividad del choque hacía que el balón quemase en las botas de un jugadores que estaban más pendientes del reloj que de buscar la meta rival. Iñigo, al intentar desviar un centro, y Abel Aguilar estrellaron sendos balones en la madera de Bravo. La expulsión de Markel contribuyó a añadir mayor suspense a la situación, pero entonces ya no había otra que apretar los dientes y defender el resultado con la vida. Así se emplearon los realistas en cada acción, en cada disputa, para amarrar un hito histórico para el club y para sus carreras. Zorionak!

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