El de Álvarez Izquierdo en El Sardinero es el enésimo error arbitral que sufre la Real esta temporada, que está saliendo muy perjudicada.
La Real no juega bien. La Real, en la mayoría de los partidos no está mereciendo ganar. La Real tiene muchísimas carencias. Motivos suficientes como para entender por qué está penúltima en la clasificación. Pero una cosa no quita la otra. Los árbitros le están perjudicando de manera notable en lo que va de temporada.
Los hechos, hechos son. Y por errores personales de los trencillas o de sus asistentes el equipo txuri urdin no ha sumado hasta cinco puntos, que aunque no serían suficientes para abandonar los puestos de descenso -estaría igualado con Athletic y Levante, pero por debajo en la tabla-, permitirían analizar la situación de una manera menos pesimista que la actual. El de Álvarez Izquierdo en El Sardinero es el enésimo episodio de una película ya conocida. Sólo el catalán vio penalti en una carga completamente legal de Mikel González sobre Zigic. Un punto menos. El mismo colegiado, por cierto, que entendió que un balón centrado por Rekarte tras alcanzar línea de fondo ante el Recreativo y que terminó besando las mallas tras un remate de Díaz de Cerio había salido fuera. Otro punto menos.
Las decisiones perjudiciales vienen desde la primera jornada. Undiano Mallenco, a instancias de su linier, señaló penalti después de que Aduriz tocara el balón con la mano en el área realista. Entendió que vestía de txuri urdin. Se equivocó e impidió a la Real llevarse los tres puntos, dos más de los que finalmente logró. Ante el Villarreal fue Clos Gómez el que se tragó una evidente mano de Arruabarrena en el tanto que decantó el choque a favor del Villarreal, a pesar de las constantes protestas de los realistas, que no podían dar crédito a la concesión del tanto.
Sin estos flagrantes errores la Real contaría ahora en su casillero con dieciocho puntos. Que podían ser incluso alguno más ya que en otros encuentros se han producido una serie de circunstancias que también le perjudicaron. Por ejemplo, la expulsión rigurosa de Gerardo en Mallorca. O la permisividad con Chica, del Espanyol, y con Maniche, del Atlético, que debieron ser expulsados. O la no señalización de un claro penalti a Xabi Prieto en Vigo. Situaciones concretas que, no hay duda, pudieron cambiar el sino de dichos encuentros.
En la Copa, también
Lo acontecido en la Copa tampoco tuvo desperdicio. En el choque de ida Rubinos Pérez expulsó a Novo y Rekarte en la primera parte, además de conceder un gol a Salva, que cometió una clara falta en el salto. En el de vuelta, Megía Dávila se encargó de dinamitar la remontada, con 2-0 en el marcador, tras conceder un gol de Morales tras otra falta a González
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