![Anoeta descubre la nueva Real](http://real-sociedad.diariovasco.com/archivos/201109/prensa-noticias-201109-04-fotos-12626427-264xXx80.jpg)
Goleador. Ifrán bate de cabeza al portero del Brest, en el único gol del partido. :: JOSE MARI LÓPEZ
La Real de Philippe Montanier protagonizó ayer un gris debut en Anoeta. Era un partido amistoso contra el Brest, de la Ligue 1, y las gradas, semivacías, no ayudaron a calentar el frío ambiente general, pero hubo detalles a tener en cuenta.
El gol de Ifrán hizo justicia a los méritos acumulados por los blanquiazules, en especial tras el descanso, cuando el míster optó por alinear toda la artillería pesada con el objetivo de borrar el mal sabor de boca que había dejado el primer acto. Y es que hasta el cabezazo del uruguayo, la tarde había discurrido entre bostezos por la horizontalidad del juego realista. El porcentaje de posesión fue elevado, aunque la mayor parte del tiempo el balón circuló entre los defensas. No hubo profundidad ni ritmo, lo que facilitó el trabajo de contención del Brest. Al menos, la afición pudo descubrir la inagotable clase de Rubén Pardo, el penúltimo producto de la factoría de Zubieta.
Con el 27 a la espalda, el riojano deleitó con sus cambios de juego y envíos en largo a Sarpong y Cadamuro, inquilinos de una improvisada banda derecha. No le temblaron las piernas al recibir entre varios rivales ni le afectó fallar algunas entregas. Se movió y ofreció como acostumbra, cualidades que le convierten en una pieza interesante para Montanier, al que ha conquistado con su fútbol.
Tras el intermedio y ya con los jugones en acción, la Real se lanzó a por la victoria. Elustondo, quien se tuvo que retirar antes del final por lesión, y Zurutuza ejercieron de doble pivote en una suerte de 4-2-4 en el que Ifrán, Xabi Prieto, Agirretxe y Griezmann intercambiaban posiciones en función del momento y las exigencias del guión.
Este giro inesperado del guión permitió a los txuri urdin localizar y aprovechar los espacios que se generaban en la muralla del Brest, hoy conocido con el nombre de Stade Brestois. Los Zebina, ex de Roma y Juventus, y compañía se volvieron locos para frenar la avalancha, ya que era tal la movilidad de los cuatro puntas que nadie sabía bien a quién marcar.
La Real insistió en esta fórmula y pronto recogió los frutos. Xabi Prieto cedió atrás a Estrada -ya en su hábitat natural- y el centro del zarauztarra desde la derecha fue cabeceado por Ifrán al fondo de las redes. Fue el único gol de la tarde, pero pudieron caer más.
El propio Ifrán malogró dos ocasiones claras que, siendo sinceros, habrían exagerado el marcador: un zurdazo con rosca que se marchó alto por centímetros y una volea a pase de Prieto que tampoco encontró portería.
Ansotegi se lanzó en plancha a asistencia de Zurutuza para poner a prueba los reflejos del meta Elana. Y Grougi, en el área contraria, desperdició la mejor oportunidad del Brest al mandar a las nubes la pelota cuando lo tenía todo de cara para establecer la igualada. Fue un toque de atención a la defensa blanquiazul, que sigue sufriendo en las acciones de estrategia y se rompe por la mitad con las paredes elevadas.
El amistoso sirvió además para testar las consecuencias del verano de pasión de Griezmann. El canterano escuchó los primeros silbidos al saltar a calentar y cuando pisó césped en sustitución de Carlos Vela los pitos se hicieron insoportables, imponiéndose por goleada a los aplausos.
Hay quien no perdona al de Macon sus guiños al Atlético y así se lo hizo saber cada vez que tocaba el balón. Por suerte para él, sus acérrimos no se cansaron de jalearle hasta lograr, con el transcurso de los minutos, que sus intervenciones tuvieran una más agradable música de fondo.
Había expectación también por comprobar in situ el estado de Joseba Llorente. El hondarribiarra entró en el once y disputó medio partido. Intentó ponerles las cosas difíciles a los zagueros del Brest, pero se nota que le falta esa chispa que le convierte en un delantero temible.
Con la mente puesta en el Barça, Montanier aprobó en su puesta de largo oficiosa y mandó un mensaje a la grada: los tiempos del pelotazo se han terminado.
El gol de Ifrán hizo justicia a los méritos acumulados por los blanquiazules, en especial tras el descanso, cuando el míster optó por alinear toda la artillería pesada con el objetivo de borrar el mal sabor de boca que había dejado el primer acto. Y es que hasta el cabezazo del uruguayo, la tarde había discurrido entre bostezos por la horizontalidad del juego realista. El porcentaje de posesión fue elevado, aunque la mayor parte del tiempo el balón circuló entre los defensas. No hubo profundidad ni ritmo, lo que facilitó el trabajo de contención del Brest. Al menos, la afición pudo descubrir la inagotable clase de Rubén Pardo, el penúltimo producto de la factoría de Zubieta.
Con el 27 a la espalda, el riojano deleitó con sus cambios de juego y envíos en largo a Sarpong y Cadamuro, inquilinos de una improvisada banda derecha. No le temblaron las piernas al recibir entre varios rivales ni le afectó fallar algunas entregas. Se movió y ofreció como acostumbra, cualidades que le convierten en una pieza interesante para Montanier, al que ha conquistado con su fútbol.
Tras el intermedio y ya con los jugones en acción, la Real se lanzó a por la victoria. Elustondo, quien se tuvo que retirar antes del final por lesión, y Zurutuza ejercieron de doble pivote en una suerte de 4-2-4 en el que Ifrán, Xabi Prieto, Agirretxe y Griezmann intercambiaban posiciones en función del momento y las exigencias del guión.
Este giro inesperado del guión permitió a los txuri urdin localizar y aprovechar los espacios que se generaban en la muralla del Brest, hoy conocido con el nombre de Stade Brestois. Los Zebina, ex de Roma y Juventus, y compañía se volvieron locos para frenar la avalancha, ya que era tal la movilidad de los cuatro puntas que nadie sabía bien a quién marcar.
La Real insistió en esta fórmula y pronto recogió los frutos. Xabi Prieto cedió atrás a Estrada -ya en su hábitat natural- y el centro del zarauztarra desde la derecha fue cabeceado por Ifrán al fondo de las redes. Fue el único gol de la tarde, pero pudieron caer más.
El propio Ifrán malogró dos ocasiones claras que, siendo sinceros, habrían exagerado el marcador: un zurdazo con rosca que se marchó alto por centímetros y una volea a pase de Prieto que tampoco encontró portería.
Ansotegi se lanzó en plancha a asistencia de Zurutuza para poner a prueba los reflejos del meta Elana. Y Grougi, en el área contraria, desperdició la mejor oportunidad del Brest al mandar a las nubes la pelota cuando lo tenía todo de cara para establecer la igualada. Fue un toque de atención a la defensa blanquiazul, que sigue sufriendo en las acciones de estrategia y se rompe por la mitad con las paredes elevadas.
El amistoso sirvió además para testar las consecuencias del verano de pasión de Griezmann. El canterano escuchó los primeros silbidos al saltar a calentar y cuando pisó césped en sustitución de Carlos Vela los pitos se hicieron insoportables, imponiéndose por goleada a los aplausos.
Hay quien no perdona al de Macon sus guiños al Atlético y así se lo hizo saber cada vez que tocaba el balón. Por suerte para él, sus acérrimos no se cansaron de jalearle hasta lograr, con el transcurso de los minutos, que sus intervenciones tuvieran una más agradable música de fondo.
Había expectación también por comprobar in situ el estado de Joseba Llorente. El hondarribiarra entró en el once y disputó medio partido. Intentó ponerles las cosas difíciles a los zagueros del Brest, pero se nota que le falta esa chispa que le convierte en un delantero temible.
Con la mente puesta en el Barça, Montanier aprobó en su puesta de largo oficiosa y mandó un mensaje a la grada: los tiempos del pelotazo se han terminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario