ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

ESCUDO DE NUESTRA PEÑA
peña txuri-urdin alcarreña

26 septiembre 2011

Una Real sin fortuna cae ante el Mallorca Una Real inocente, asfixiada y sin suerte volvió a sanar las heridas de un Mallorca menor que sí aprovechó sus ocasiones


Mallorca 2 Real Sociedad 1





La Real agigantó su fama de equipo aspirina al caer en Palma ante un Mallorca venido a menos que acertó a materializar sus ocasiones. Tres palos pegaron los de Philippe Montanier, asfixiados por las temperaturas e inocentes al caer en las trampas de los baleares. Las continuas pérdidas de tiempo y lesiones simuladas comprimieron el minutaje de juego efectivo hasta reducir el segundo acto a un suspiro en el que los locales hicieron bueno la ventaja que habían logrado tras el descanso.
Tras un prometedor inicio en el que se puso por delante, a la Real le pasaron factura la canícula y el gol de Víctor. Hasta que el antiguo realista marcó el empate, los txuri urdin se habían mostrado superiores, llevando el control del juego y moviendo la pelota con tranquilidad. Después, levantaron un poco el pie del acelerador y empezaron a dar la sensación de acusar el bochorno reinante.
El sol de justicia de mediodía pareció afectar sobre todo a Zurutuza y Mariga. En el caso del debarra es más fácil de entender. En el del keniano cuesta encontrar una explicación lógica. Lo cierto es que a uno y otro les faltaba frescura. A menudo llegaban tarde a los duelos y no se les vio ofrecerse como lo habían hecho en los minutos iniciales.
Como consecuencia, la medular perdió en una medida el pulso y le tocó sufrir ante los rápidos contraataques del Mallorca, más habituado a estas condiciones climatológicas. Nsue y Alfaro rompían con excesiva facilidad por las bandas, obligando a los centrales a salir de su zona para taparles.
Lo que se antojaba una mañana tranquila se convirtió para el minuto veinte en un partido complicado en el que cualquie resultadp era posible, a pesar de la superioridad técnica de los guipuzcoanos y del peligro que siguió llevando la Real cada vez que cruzaba la divisoria.
Las aperturas de Xabi Prieto animaban el juego con alguna frecuencia. Lástima que el donostiarra fuera atendido de una brecha en la cabeza, lo que sin duda restó su ímpetu en los balones aéreos, suerte en la que es maestro.
El equipo guipuzcoano siguió controlando el juego, pero sin la profundidad del principio. Vela no ayudó demasiado a su lateral, aunque en ataque se dejó ver en ocasiones como aquel testarazo al larguero, la incursión en la que cayó en el área o la falta que le sacó Aouate.
Agirretxe bastante hizo con marcar el 1-0, un gran gol de vaselina a asistencia de Carlos Martínez. Un lanzamiento de falta de Illarramendi desde la frontal que se marchó desviado fue el único susto que tuvo Aouate hasta el intermedio, a pesar de que el Mallorca seguía jugando agazapado y dejaba a los guipuzcoanos el peso del encuentro.
Si en el primer tiempo, el gol del empate llegó momentos después de la caída de Vela en el área mallorquina, todavía fue más infortunada la salida de la segunda mitad. Xabi Prieto tuvo el gol en sus botas después de que Aouate rechazara junto a su escuadra el libre directo lanzado por Vela. La madera repelió el disparo del donostiarra.
Un momento después el Chori Castro, inédito en lo que va de Liga, recogió un rechace en la frontal y no falló. Demidov estaba siendo atendido en la banda y aquel saque de esquina costó caro a la Real.
El colmo del infortunio llegó cerca del pitido final. Agirretxe recogió un preciso pase de Illarramendi y su volea hizo temblar la madera. Tercer palo y el Iberostar Estadio daba gracias al cielo.
Michael Laudrup, en la cuerda floja tras firmar un nefasto estreno de campaña, se benefició del bálsamo blanquiazul, tal y como sucedió el pasado año por estas mismas fechas. El Mallorca puede respirar. Acumula seis puntos y ha roto su mala racha anotadora.
Un gol en cuatro partidos habían marcado los isleños y ayer celebraron dos de una sola tacada. Si esto no es efecto analgésico, que venga Bayer y lo vea. La farmacéutica haría bien en patrocinar a la Real, aunque deberá pujar por la camiseta con Unicef u otras organizaciones dedicadas a proteger a los desfavorecidos. Y es que el equipo fue cómplice de la mala praxis local. Desde que Castro estableció el gol del triunfo, el Mallorca dedicó todos su empeño en dejar correr el reloj, con la connivencia del árbitro.
Cada falta, una lesión
Cada vez que había un choque, un jugador de rojo se quedaba tendido en el suelo. Las repeticiones desvelaban la inexistencia de falta, pero los gritos de dolor del supuesto afectado recorrían el estadio. Ante la bronca del respetable, la Real se sentía en la obligación moral de echar la pelota fuera, por mucho que Griezmann y Agirretxe encararan la portería en un letal dos para dos.
En cuanto el balón rebasaba los límites del rectángulo de juego, el lesionado se levantaba como si tal cosa, multiplicando la rabia del banquillo visitante. No es de extrañar que el Mallorca amarrara el triunfo sin mayores complicaciones.
Montanier habrá de aleccionar a los suyos en las artes del fútbol subterráneo, ya que parece que los dos años con Martín Lasarte al mandono han surtido el efecto esperado. La Real sigue siendo un equipo ingenuo y así se antoja complicado remontar un resultado si el contrario decide que no se juega más.
La derrota duele por las circunstancias y ensombrece la trayectoria txuri urdin porque el Mallorca no es un enemigo de entidad al que temer, más bien al revés. De todo se aprende y esta visita a Palma no es una excepción.
Montanier tiene trabajo por delante. Dentro de siete días vivirá de su primer derbi en Anoeta y necesita reconstruir el ánimo del vestuario para encarar como exige un partido de estas características. La Real tiene material y armas para combatir a cualquier rival. Ha llegado la hora de demostrarlo.

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