ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

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16 enero 2009

GONZALO ARCONADA, ENTRENADOR «Los gritos contra la directiva ayudan a nuestros rivales»

GONZALO ARCONADA, ENTRENADOR

Gonzalo Arconada está en casa tras haber sido destituido en Almería durante el parón navideño. Asistió al encuentro copero de Gal entre el Real Unión y el Betis y al choque de Anoeta contra el Rayo. Sigue pegado al fútbol y confía en poder sentarse en un banquillo profesional.
- ¿No le parece que hacen falta ganas para ser entrenador de fútbol en estos tiempos?
- Es una profesión complicada, pero es lo que nos gusta. Dependemos de nuestro trabajo como cualquiera, pero además dependemos del rendimiento de los futbolistas. Ahí está la primera dificultad. Por eso nos toca a menudo ejercer de psicólogos antes que de técnicos. Al final dependemos de la confluencia de determinados intereses que son ajenos a nuestro trabajo.
- Tras cesar en Almería me pareció oirle una queja sobre algunos de sus jugadores. Me pareció entender lo mismo a Ziganda cuando le despidieron de Osasuna. ¿Suelen ocurrir estas cosas?
- En este caso, sí. Fue así. Cuando hablamos de equipo pensamos en la suma de todos, de jugadores y técnicos. En Burgos y en Soria éramos un equipo, aunque a lo largo de la temporada siempre se viven situaciones de conflicto mayor o menor, que suelen coincidir en momentos en los que los resultados no son satisfactorios. Pero cuando eres un equipo, la unión del vestuario te permite lograr los objetivos.
- ¿Entonces en Almería no eran un equipo?
- Había un problema interno y en cuanto llegaron las dos primeras derrotas, algunos se sintieron con la fuerza de poder tumbarme.
- ¿Estamos hablando de jugadores del Almería?
- Sí, hablamos de jugadores. Cuando estás en el fragor de la batalla, al principio no te das cuenta, pero la gente va comentando las cosas y al final te llega la información con pelos y señales. A partir de ahí eres plenamente consciente de los intereses que se están moviendo.
- Desde fuera, cabe suponer que el problema interno nace en jugadores que no juegan.
- Eso es. Hay un grupo de jugadores que no juegan o que juegan menos o que han perdido el estatus de titulares y se movieron para corregir esa situación. Ellos ganaron la batalla y son los que ahora están transmitiendo que el ambiente es mucho mejor. Ahora les toca pagar los platos rotos a futbolistas que no tienen ese peso porque son más jóvenes y no tienen la misma ascendencia con los futbolistas.
- ¿Esa dinámica no es peligrosa para un club?
- Yo creo que es peligrosísima y se lo dije al presidente.
- ¿Qué le dijo?
- Que si entraba en esa dinámica, el club podría llegar a situaciones muy complicadas. El tiempo lo dirá.
- Pues al principio parecía que estaban todos encantados.
- El equipo empezó bien. Hicimos una buena pretemporada y sumamos diez de los primeros quince puntos. Entonces se hablaba del mejor Almería de la historia, pero el problema se estaba larvando y en cuanto llegaron un par de malos resultados... En fin, ya es historia. El fútbol está así y tenemos que asumirlo. Al final son experiencias distintas. Unas son positivas y a veces te toca vivir otras más complicadas de las que también aprendes mucho.
- Dicen en Almería que ahora el plan no es tanto mover el balón como recuperarlo y salir corriendo.
- No sé cuál es ahora el plan. En el fútbol de hoy lo que prima es la velocidad del balón. Los buenos equipos son los que piensan a un toque.
-No es fácil jugar a un toque.
- No digo jugar, digo pensar. Los grandes futbolistas cuando reciben el balón ya tienen la solución pensada, luego controlan, regatean o se paran. La clave está en el balón. Si apuestas por la conducción vas mal porque el balón siempre irá mucho más rápido que el jugador más veloz.
- Lo que no termino de entender es cómo el mismo presidente que en junio ficha a Gonzalo Arconada, en diciembre contrata a Hugo Sánchez. ¿Cuál es el criterio?
- Es una buena pregunta. ¿Dónde está el criterio? En una empresa de la dimensión de un club de fútbol profesional los directivos suelen elegir responsables de un perfil bastante similar. En el fútbol, no. Ésa es la perdición de los rectores de este deporte, la falta de criterio.
- Pues cada día es más frecuente que al entrenador le ataquen en su propia casa. Mire a Aguirre en el Atlético.
- Es el día a día. Cualquiera sabe más que los profesionales y en el fútbol hay mucha gente con deseos de mando y de notoriedad. Todo el mundo opina y el que está en el punto de mira es el entrenador. Al final casi nunca hablamos del interés del club o del equipo.
- ¿Y de qué hablamos?
- De una sucesión de intereses personales contrapuestos. No es nada fácil permanecer en segunda fila arrimando el hombro por el bien del colectivo.
- Algo de eso sabemos últimamente en la Real.
- Eso es. Lo que importa a muchos no es la Real, no es Gipuzkoa, ni siquiera es su propia empresa. Lo que importa es que soy amigo de éste o estoy en contra de aquél. Eso aquí no pasaba. Era algo que nos distinguía, pero hemos entrado en la misma dinámica. Los hechos demuestran que no es el mejor camino, pero no aprendemos.
- ¿No se le hace raro ver al Betis en Gal y al Rayo en Anoeta?
- Ya, pero es lo que tenemos y cuanto antes lo asumamos, mejor. Tenemos que hacer las cosas bien en Segunda para volver a Primera. Tenemos que vivir y disfrutar en Segunda para poder regresar lo antes posible.
- ¿Ha dicho disfrutar en Segunda?
- Sí, claro. En la vida hay que disfrutar de lo que se tiene. El problema es que a menudo ambicionamos lo que no podemos tener. De ahí viene esa frustración, esa crítica constante, ese desasosiego. Claro que se puede disfrutar en Segunda y hay que ser conscientes de que desde ahí es desde donde tenemos que crecer para volver a ser de Primera. Si no, nos arriesgamos a que nos suceda lo mismo que ha pasado en otros lugares donde ha costado muchísimo superar este tipo de situaciones.
- Pues aquí las cosas las seguimos viendo más bien negras.
- No somos capaces de asumir responsabilidades ni de dejar trabajar a los demás ni de tener confianza en el trabajo de los demás. No terminamos de comprender que todos pretenden ganar. En una final olímpica pueden rebajar todos el récord mundial, pero sólo uno es campeón. Lo que no quiere decir que los demás hayan fracasado. No puede ser que pensemos que una derrota es un fracaso.
- ¿Cree que la Real puede subir?
- Como poder, puede, pero todavía no tengo una evaluación clara. Apenas le he visto competir esta temporada. No daban sus partidos ni en el Plus ni en Localia. He visto a otros y lo que sí parece es que no hay la claridad de las dos temporadas anteriores en las que enseguida se vio quienes podían ascender. El abanico está mucho más abierto y eso es una ventaja, pero también es una dificultad porque en el tramo final vamos a tener que pelear con muchos más. Ahora lo más importante es la unión.
- Eso dicen todos, pero...
- Pues necesitamos esa unión. Pero unión de verdad. No basta con decir de boquilla que somos de la Real y luego seguir poniendo zancadillas. Hay que apoyar a la plantilla, a los técnicos, a la dirección del club, para tratar de conseguir el ascenso. Que no va a ser fácil. Que son muchos los que aspiran al mismo objetivo. Es como lo del otro día.
- ¿El otro día...?
- En Anoeta se percibía cierta fractura. Algunos gritaban «directiva, dimisión», aunque luego taparan sus propios gritos con otros de «Real, Real». Los aficionados que normalmente guardan silencio, en esta ocasión en vez de callarse, pedían a los que gritaban que se callaran. Esos gritos no nos ayudan. Esos gritos ayudan a nuestros rivales.
- ¿Qué nos puede decir de Abreu?
- No puedo decir gran cosa. El que puede hacerlo es Juanma Lillo porque le ha dirigido y puede valorar al futbolista. Parece que él apoya su fichaje. Es buena señal.
- Supongo que pese a todo usted piensa seguir entrenando.
- Mi idea es seguir, pero soy consciente de que es difícil. En Primera y en Segunda hay muy pocas plazas para muchos técnicos. Es complicado, pero es posible y en esa confianza estoy. Aprovecharé estos meses para reciclarme un poco y prepararme bien para la posibilidad de que surja un equipo la próxima temporada.

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