ESCUDO DE NUESTRA PEÑA

ESCUDO DE NUESTRA PEÑA
peña txuri-urdin alcarreña

16 junio 2008

ESTA AFICION NO SE MERECE ESTO EL AÑO DEL CENTENARIO Y EN SEGUNDA

La afición despidió desilusionada al equipo, incapaz de ofrecerle una última victoria ante un Córdoba que dejó en evidencia a los de Lillo.
La Real fue la única que falló en la jornada final de Liga. Ni el Sporting, ni el Málaga, ni siquiera el Córdoba, dejaron de hacer sus deberes. Tampoco la afición de Anoeta, entregada a los colores desde horas antes del partido. La incapacidad de los txuri urdin para doblegar al cuadro andaluz, defenestrado hasta minutos después de terminar el encuentro, hastió a la grada, que despidió a los jugadores con bronca y pañuelos. El mensaje fue claro. Estamos aquí y estaremos siempre, pero nuestro apoyo no es un cheque en blanco.
La decepción sufrida en Vitoria mitigó el dolor por el no ascenso de la Real, condenada a vagar una temporada más por el abismo de Segunda División. El batacazo del descuento de Mendizorroza había reventado las ilusiones de los miles de realistas que viajaron a la capital alavesa. Sin embargo, la semana había sido larga y dio tiempo a recuperar la esperanza.
La cuadragésimo segunda fecha del campeonato sirvió de bálsamo para los más encendidos, que llegaron al estadio con ganas de animar y, todo hay que decirlo, hacer saber al equipo que esto no puede volver a suceder.
La primera campaña en la categoría de plata ha sido un aprendizaje a ambos lados de la valla. Los seguidores han conocido rivales nada apetecibles y estadios indignos del fútbol profesional. Los futbolistas, por su parte, han descubierto que hay vida por debajo de la élite, aunque ésta sea dura y engorrosa.
La Real no estuvo ni un solo minuto en Primera, circunstancia que ayudó a soportar la tragedia que ya se mascaba desde el pasado domingo. Pese a ello, la parroquia local cerró filas con el peregrino deseo de presenciar una carambola histórica.
Los cánticos y los gritos de ánimo se sucedieron mientras los marcadores de los tres partidos en juego reflejaban el empate inicial. Pero el Córdoba dio la campanada y se adelantó a la media hora. Ahí comenzaron las dudas, los nervios, las manos a la cabeza, el 'ya sabía yo que con estos no vamos a ninguna parte'.
La Real se levantó y con ella sus gentes. El 1-1, obra de Labaka, incendió otra vez Anoeta, consciente de que el Sporting ya ganaba, aunque todas las miradas estaban puestas en La Rosaleda.
El mazazo definitivo sobrevino al filo del descanso, cuando el Málaga metió el gol que necesitaba para volver a la máxima categoría. Había que seguir, se dijeron unos aficionados a otros, y nadie desfalleció.
Fue la propia Real, los propios jugadores locales, quienes rompieron el sueño de Anoeta con una segunda parte vulgar, apática e injusta con el público.
Ocasiones
La fractura entre unos y otros creció y creció, más si cabe cuando el Córdoba estuvo a punto de sentenciar el duelo en varias acciones de peligro. Con los demás resultados en contra, a la Real únicamente le quedaba mostrar su gratitud hacia sus incondicionales, pero ni por ésas. Orgullo, lo llaman. No se asomó por Anoeta. Se le esperaba.
El silbato del árbitro abrió la veda del desahogo. La grada chilló, se estremeció, volaron las almohadillas y el césped se inundó de niños. Un drama, aunque a ellos les preocupara más corretear por el verde.
Los jugadores fueron engullidos por el túnel de vestuarios. Mikel González levantó la mano en señal de gratitud, pero ya pocos quedaban para verlo. El cemento cubrió el estadio y los cánticos se trasladaron a la calle.
Allí, media hora después del encuentro y con la frustración refinada en gasolina azul y blanca, sólo se escuchaba «¡Real, Real!» El orgullo que no tuvieron los jugadores, verdaderos motores de este circo, rezumaba por los poros de la afición.
¿Y ahora, qué? Lo de siempre. Hoy toca madrugar para acudir al colegio o el trabajo. Con el alma en los pies, eso sí. Mientras, la plantilla se desmantela camino de las vacaciones.
Donostia, Gipuzkoa, estaban ayer preparadas para todo. Para subir y celebrarlo. También para quedarse en Segunda. Pero el desenlace fue tan triste que sólo los acérrimos supieron encajarlo. El resto quiere ser escuchado. No habrá más cheques en blanco.

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